Desde pequeños a todos nos enseñan a creer en algo… ideologías, religiones y hasta costumbres de nuestros abuelos; vamos creciendo creando estereotipos, conjugando haceres con deberes; y de pronto nos convertimos en adultos…padres…trabajadores, con responsabilidades y llega un instante en que recordamos los sueños de la infancia, aquellas ideas que no nos dejaban dormir, …
En tiempos de Covid, cuando hay un poco de calma (mientras mis hijos duermen) recuerdo con nostalgia, pero con nostalgia de la buena, aquellos anhelos de la niña preguntona y avispada.
Tengo recuerdos bonitos, escuchaba música todo el tiempo, pintaba, recitaba, cantaba, siempre me encontraba creando; mi madre decía que no sabía a quién yo había salido tan artista porque a ella no era; soñaba con viajar el mundo y contar a través de fotografías y experiencias historias fascinantes al modo “El Alquimista”.
Siempre me fascinó el mundo de la fotografía, como arte, como estela perfecta para inmortalizar un momento: tu paisaje favorito, las manos que te abrazaban, los ojos negros que te cautivaron… me deleitaba reviviendo mi vida a través de imágenes… y lo sigo disfrutando, con el sabor de las memorias más cercanas como el nacimiento de mis hijos.
Y así pasó el tiempo, me hice periodista y de pronto todo se paralizó, dicen que toda buena idea proviene de una crisis, y mira que he tenido crisis existenciales desde adolescente…pero un buen día en medio de una conversación tal vez trivial, como por casualidad nació la idea de A4 Estudio, justo después de siete años de graduada y con dos hijos. Un enorme reto suponía… pero el sabor de ser útil valía la pena completamente.
Inventar, postear, estudiar, analizar, recibir posgrados de negocios, escuchar y APRENDER se convirtió en una nueva forma de vida. Con mi mejor amiga y mi esposo emprendimos un vuelo en el que disfrutábamos cada instante como sumo orgullo. Con Vicente y su perfeccionismo y la persistencia de Claudia tejimos un proyecto que ha crecido de poquito en poquito.
Hoy cada sesión de fotografías nos impone el reto innovar, de renovarnos, de crecer. Tenemos chicos y chicas nuevos en el estudio, nuestra familia ha crecido, y hemos incentivado la importancia de la profesionalidad y la exclusividad de cada uno de nuestros clientes. A4 Estudio no lo consideramos un negocio sino una escuela que nos exige perfección y constante cambio.
Le agradezco a A4 Estudio el despertarme de la pesadilla aterradora de la monotonía y la apatía. Apenas con 31 años, sigo soñando descontroladamente, sigo mostrando mi niña interior, sigo siendo insegura, emotiva, nerviosa…. Imperfecta, y sigo idealizando que todos merecemos un mundo mejor, y solo podemos lograrlo si perseguimos sueños… si nos educamos y educamos a nuestros hijos con amor, con fuerza y con determinación.
¡Así crece A4 Estudio, un proyecto que solo ha mostrado una pequeña parte de su esencia…Seguimos soñando porque el cielo es el único límite para todos!!!